En 1826 Mary Somerville escribió
su primer artículo The Magnetic Properties
of the Violet Rays of the Solar Spectrum.
Le siguieron Experiments on the Transmission
of the Chemical rays of the solar spectrum across
different media, y On the action of the Rays
of the Spectrum on Vegetable juices. Se
publicaron por la Royal Society en Philosophical
Transactions y eran los primeros escritos
firmados por una mujer, lo que supuso un gran
revuelo entre los científicos del momento.
Estos trabajos no tenían detrás
el aval de ninguna universidad, institución,
o sociedad científica, sin embargo, el
gran prestigio social que Mary Somerville alcanzó,
le abrió las puertas de los salones londinenses,
por otra parte los únicos a los que podía
acceder por el hecho de ser mujer. Muchos científicos
se interesaron en compartir sus puntos de vista
llegando a mantener una correspondencia regular
con muchos de ellos, siempre dirigida, por supuesto,
a su marido, según costumbre de la época.
La amistad
y la colaboración con John Herschel se
mantuvo a lo largo de toda su vida. Las frecuentes
visitas al observatorio astronómico familiar
de los Herschel le abrieron una nueva perspectiva
de investigación: Las leyes del Universo.
Tanto John como Carolina o William Herschel
desarrollaban un importante trabajo de localización
y catalogación de cuerpos celestes. Mary
se apasionó por el tema pero desde una
perspectiva teórica más en la
línea de investigación de John
y optó por la lectura de los trabajos
de Pierre Simon Laplace. Era su primer contacto
con la Mécanique Céleste,
una obra compleja y voluminosa que resultaba
imprescindible para la comprensión de
las nuevas teorías que explicaban la
dinámica del cosmos, a partir de la física
newtoniana. John Playfair, profesor de filosofía
natural en Edimburgo, comentaba que apenas había
una docena de personas de Gran Bretaña
lo bastante competentes en matemáticas
como para leer esta obra. Precisamente con Playfair
había compartido Mary sus impresiones
tras la lectura de los Principia de
Newton.
En 1827,
Lord Brougham, a requerimiento de la Royal Society;
instó, a Mary, a través de su
marido, a que realizara una versión traducida
al inglés de la Mécanique
Céleste de Laplace con el fin de
hacer más fácil la difusión
de sus teorías en Inglaterra. Ella manifestó
claramente sus temores a no estar a la altura
del encargo, planteando que si no era capaz
de realizar un trabajo de calidad debía
ser destruido. La primera idea era hacer una
versión sencilla para una colección
que se preocupaba de la divulgación de
las ideas científicas para no expertos,
pero el trabajo resultó tan interesante
que los editores, a instancias de John Herschel,
decidieron publicarlo como tratado de importancia
fundamental. El preámbulo, A Preliminary
Dissertation era un compendio de desarrollos
matemáticos e ideas fundamentales de
física imprescindibles para comprender
la obra de Laplace. Fue todo un éxito
y se reeditó varias veces de manera independiente.
La obra
de Mary Somerville se publicó con el
nombre Mechanism of the Heavens [11].
Se la ha considerado a menudo como una traducción
de la obra de Laplace. Sin embargo es más
que una traducción porque aporta una
contextualización. y una interpretación
del trabajo de Laplace. Al tiempo es menos,
ya que supone un acercamiento selectivo a la
obra original. El resultado fue más comprensible
que una estricta traducción.
Mary
Somerville se había convertido en una
escritora científica del más alto
nivel. Muchos de sus críticos, ante la
desconfianza de que una mujer pudiera acometer
un trabajo de tal envergadura, buscaban en la
obra rasgos que consideraban marcadamente femeninos,
como vanidad o afectación. En el fondo
pensaban encontrarse con una recreación
literaria, pero tuvieron que reconocer que el
resultado era un tratado científico que
reunía una enorme precisión y
claridad. Cuando John Stuart Mill elaboró
un manifiesto reivindicando la participación
política de las mujeres y su derecho
a la educación, Mary Somerville fue de
las primeras personas en firmarlo.
En 1832
Charles Babbage presentaba su máquina
analítica en el salón de los Somerville
bajo la mirada fascinada de Ada Byron, una joven
aristócrata de apenas 17 años
que deseaba estudiar los fundamentos de tan
complejo proyecto. Para Ada Byron, Mary Somerville
era una referencia importante ya que se trataba
de una de las escasísimas mujeres que
podía acceder al conocimiento científico
del momento con una preparación suficiente.
Animada por Mary, quien orientó sus lecturas
y le proporcionó libros y artículos
para sus estudios matemáticos, la joven
Ada Byron desarrolló un trabajo cuya
importancia no fue valorada hasta años
después y consiguió un gran reconocimiento
hasta el punto que un lenguaje informático
lleva su nombre, ADA.
Un segundo
viaje a París de los Somerville fue el
respaldo a la, cada vez más sólida,
carrera científica de Mary. Estaba decidida
a dedicarse a la divulgación de los principales
contenidos de los ensayos que llegaban hasta
sus manos, así como escribir sus propias
reflexiones acerca del pensamiento científico
del que ella se sentía partícipe.
Su libro
The Connection of the Physichal Sciences,
publicado en 1834 fue un éxito y conoció
nueve ediciones sucesivas, siempre mejoradas.
Uno de los mayores logros fue contar con la
colaboración de científicos tan
importantes como Faraday, Wollaston, Herschel,
Maxwell y Whewell. En él, Mary Somerville
presentaba una visión del mundo físico
que contenía una explicación matemática
compleja, pero evitando, en la medida de lo
posible, el uso excesivo de fórmulas
o símbolos matemáticos. Esta idea
de traducir los fundamentos matemáticos
al lenguaje ordinario fue una de las mayores
dificultades que tuvo que superar para mantener
el rigor de su trabajo.
Su dedicación
a la astronomía le llevó a realizar
cálculos relativos a un posible planeta
que perturbaba la órbita de Urano. Estos
datos posibilitaron la localización de
Neptuno por John Adams.
En 1834 se instaló por un tiempo en Italia.
Allí continuó sus contactos con
la astronomía realizando interesantes
trabajos en los que introdujo principios filosóficos
que, poco a poco, fueron impregnando sus obras
posteriores.
En 1835
recibió, junto a Carolina Herschel, la
medalla de honor de la Sociedad de Astronomía,
así como una pensión vitalicia
de 200 libras que le ayudó a continuar
con su trabajo científico. Fueron las
primeras mujeres en conseguir este reconocimiento.
La precaria
salud de su marido hizo que sus estancias en
Italia fueran cada vez más dilatadas.
El primer ministro inglés, conocedor
de sus problemas económicos, decidió
que su pensión vitalicia se aumentara
a 300 libras.
En 1848
publica Physical Geography, un texto
que se ha utilizado durante décadas,
pero que algunos parlamentarios y miembros del
clero, en la misma catedral de York, criticaron
duramente por su enfoque evolucionista. Al parecer
este hecho contribuyó aún más
a su éxito.
Whewell,
rector de la Universidad de Cambridge invitó
al matrimonio Somerville durante una semana
a participar en las actividades universitarias.
Se alojaron en un apartamento del Trinity College,
que por primera vez acogía a una mujer.
En sus memorias, Mary Somerville recuerda con
gran satisfacción su estancia en Cambridge
y los encuentros con sus profesores. Para entonces,
Mary Somerville había sido elegida miembro
honorario de varias Sociedades de Física
e Historia Natural de diferentes ciudades europeas,
en muchos casos junto a Carolina Herschel, incluso
fue elegida miembro de la Sociedad Geográfica
y Estadística Americana. La Royal Society
decidió situar un busto suyo en el hall
principal, pero ella nunca podría contemplarlo.
En 1865,
a los 85 años de edad, publica Molecular
and Microscopic Science, una aproximación
a la composición de la materia, el concepto
de calor y las partículas microscópicas.
Incluía diagramas de los experimentos
de Ernnest Chladni con placas vibratorias, fenómeno
del que también se había ocupado
Sophie Germain
En 1870,
a los 90 años recibió la medalla
de oro de la Real Sociedad Geográfica
Victoriana. Su marido, su hijo mayor y su gran
amigo John Herschel ya habían muerto.
Le quedaba la compañía de sus
hijas, que le ayudaron a escribir sus memorias
que tituló Personal Recollections. Además
de detalles biográficos, en el libro
explicaba su visión filosófica
del mundo, su actitud ante la ciencia, ante
la investigación, y el papel de las mujeres
ante el trabajo científico.
En 1872,
a los 92 años la muerte le sorprendió
en Italia, estudiando una memoria de Hamilton
sobre los quaterniones. En todos los periódicos
ingleses se escribieron artículos de
reconocimiento a su vida y obra. Muchos de sus
amigos y admiradores hicieron una petición
para que fuera enterrada en la abadía
de Westminster pero se denegó por las
polémicas que algunas de sus obras habían
ocasionado.
Mary
Somerville fue una infatigable trabajadora,
una persona cuya dedicación a la ciencia
es incuestionable. Su currículo, ante
la imposibilidad de contener honores académicos,
muestra un compendio de premios, distinciones
y reconocimientos, así como una obra
extensa y multidisciplinar que tuvo la virtud
de abrir caminos a la divulgación científica,
destacando su nivel, rigor, capacidad de síntesis
y su claridad en la exposición. El reconocimiento
de su trabajo como escritora científica
está presente en multitud de testimonios
de los más importantes científicos
de su tiempo.
Las escasas referencias
que de ella se encuentran en los textos de Historia
de la Ciencia, la describen como matemática
y científica. Sus contemporáneos
la denominaron “Reina de las Ciencias”
y en su honor el Somerville College de Oxford
mantiene vivo su legado...
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